DICCIONARIO (SOSTENIBLE) DE PUEBLO

“Caño”- Riachuelo o tubo por donde sale agua

“Jabón natural” jabón casero elaborado con sosa, agua y manteca

“Lavadero” Utensilio o recipiente para lavar la ropa, puede ser de muchos materiales, los más comunes piedra o madera

“Trillo “Instrumento para triturar el trigo que está formado por una tabla ancha con trozos de piedra en su parte inferior, es tirado por animales, se utiliza con una persona encima de la tabla, así, con el peso, las piedras trituran el cereal.

“Trilla” es el resultado de trillar triturando el cereal para después separar la paja del grano

“Era” Terreno donde se sitúan las “Trillas” formando cada una un circulo

“Emparvar” Acumular el resultado de la trilla en un montón para luego separar la paja del grano

“Arado” Instrumento tirado por animales que sirve para remover la tierra y prepararla para la siembra

“Adobe” Masa de barro y paja moldeada en forma de ladrillo y secada al sol utilizada para la construcción antiguamente

“Surco” Hendidura longitudinal que se hace en la tierra con el arado o con la azada (utensilio de labranza que se utiliza para cavar tierras)

      Mi abuelo con nuestro carro y nuestras vacas Naranja y Garbosa (Foto tomada de una foto antigua en papel)

Cuando cuento que yo he lavado en “el caño” con lavadero de madera, que he estudiado matemáticas en verano sentada en un trillo tirado por vacas trillando el trigo, que he segado el trigo y la cebada con una hoz, que mi transporte, a diario, para ir hasta “las tierras” era un carro tirado por vacas (que mi abuelo muy firmemente guiaba) que he arado la tierra, con mi abuelo, con un arado tirado por nuestra yegua (de nombre «Rubia»), que en casa de mis abuelos (construida de “adobe” con sus propias manos, por cierto), no había wc ¡y el nuestro era la cuadra de las vacas y la yegua! sintiendo la respiración de la vaca Garbosa a tus espaldas, que cantábamos los villancicos en navidad tocando con una botella de anís, que ordeñábamos a las cabras por la mañana y bebíamos esa leche insuperable…..la gente se sorprende y me pregunta: ¿Pero Alicia tú en que siglo has vivido?

Tengo 52 años y, y de esto no hace tantísimo..…¿40 años? ¡Eso no es nada!

Desde que nací hasta la adolescencia, he tenido la fortuna de vivir a caballo entre un pequeño pueblo de Zamora (Melgar de Tera) y Madrid.

Mi madre con una amiga, su amiga viste el “rodao” falda típica zamorana y ambas un mantón, también zamorano y bordado a mano.

Me considero privilegiada por haber tenido una infancia cargada de valores “rurales”, de respeto a la naturaleza, de ver crecer tus tomates, tus judías y de hacer los “surcos” para regarlos, de ordeñar las cabras, hervir la leche y tomarla con ese pan de hogaza, de remendar los calcetines, de cardar la lana de las ovejas para hacer mantas (que aún conservo, que abrigaban como ninguna y, eso sí, que pesaban toneladas!) y los “rodaos” (falda hecha de lana que pertenece al traje regional zamorano), de ayudar al vecino cuando necesitaba manos para vendimiar, de experimentar esa “sostenibilidad” y “ecología” de la que hablamos tanto ahora y que nos parecen unas palabras tan modernas……es todo lo contrario, esas palabras ya existían en mi pueblo hace 40 años, es volver a los inicios, a las costumbres, a la calma, al respeto…..

 

¡A LAVAR AL CAÑO!

Foto de mi lavadero, restaurado que aún conservo, acompañado por unas puntillas y sábanas de mi tatarabuela que he convertido en unas cortinas.

 

¡¡Hoy hace sol!! ¡¡Genial!! ¡¡Vamos a lavar al caño!!

Recuerdo como era el momento más esperado del día:

Mi madre se quedaba haciendo la comida y mi abuela y yo cargábamos una carretilla con la ropa sucia en un valde (uno de esos enormes de latón, que, también hacía las veces de bañera por la tardes) dos lavaderos, uno para ella y otro para mí, dos almohadillas para las rodillas y dos trozos de jabón natural (hecho por mi abuela con sosa y manteca del cerdo que ellos mismos criaban) y emprendíamos rumbo al “caño” (pequeño riachuelo)

Antes de llegar ya se oían los gritos y algarabía de otras lavanderas y sus hijas y nietas, aquello sí que eran reuniones sociales, ¡Cortaban trajes a medio pueblo y más! «que si se casa fulanita con el hijo del “rojo”, que, si la Pepita se marcha a Madrid, que qué buen mozo está hecho el hijo de la Gertru»…..¡Eso eran “revistas de cotilleos” y no las de ahora!!

Nos poníamos manos a la obra, cada una arrodillada frente a su lavadero, mi abuela me daba las prendas pequeñas y ella lavaba las grandes y las sábanas, más difíciles de mover cargadas de agua y con la corriente del riachuelo. ¡¡Las manchas fuertes las restregábamos con aquel jabón de olor a manteca y las poníamos al sol con el jabón sin aclarar..…desaparecían todas las manchas!!

Mi abuela elaboraba el jabón con sosa y manteca (Como hacer jabón de sosa y manteca https://www.enestadocrudo.com/guia-jabones-caseros/)

pero si quieres hacer jabón natural ahora, mejor no utilices sosa y así le haces un favor al medio ambiente

https://www.ecologiaverde.com/como-hacer-jabon-casero-sin-sosa-caustica-1049.html

¡Las risas y la conversación no paraban nunca!

Y cuando aclarábamos la ropa tocaba tenderla, las madrugadoras que habían llegado antes las colgaban en cuerdas que habían improvisado entre dos arboles, y las “tardonas” como yo, teníamos que buscar hueco sobre los arbustos o las piedras de alrededor. Como la conversación se alargaba y se alargaba, muchas de las prendas se secaban y te volvías a casa con la mitad de la colada hecha y seca, el resto nos mandaban las madres y abuelas a recogerlas después de comer, y allí nos íbamos mi prima y yo, que entre risa y risa se nos pasaba el rato.

Imagen de archivo, lavanderas en el caño y tendiendo al sol

Y llegabas a casa con esas sábanas de algodón, de ese algodón natural, burdo, con nudos, tieso pero agradable y con ese olor a jabón natural y secado con aroma de jara…..¡Ohhhh cuanto añoro ese olor y esa sensación al meterme en la cama por las noches!

Aquello si eran algodones y lana y ese jabón cuidaba la ropa, le aportaba un aroma neutro. Y el sol secaba esos tejidos naturales y el viento los planchaba…..ahora nos empeñamos en añadir suavizante para que huela a “limpio” y lo único que hacemos es dañar nuestra lavadora, al medio ambiente y a nuestra piel, y queremos secar en secadora, porque quedan “esponjosos” y porque salen planchados…..te invito a reflexionar sobre esto.

 

LA TRILLA

Por la tarde tocaba trillar (se extendía el trigo, segado con anterioridad, en la era, para triturarlo, ósea trillarlo, mediante las pequeñas piedras afiladas que llevaba el trillo por debajo) porque mis abuelos tuvieron trilla y animales hasta que yo cumplí 13 años.

Os tengo que contar que yo no era muy buena estudiante, me pasaba las clases dibujando y metida en mi mundo, como decía mi madre “los mundos de Alicia” y, muchos veranos me tocaba recuperar alguna asignatura. Pasaba las tardes con el libro sentada encima de un trillo tirado por vacas en la era trillando el trigo. Mis abuelos tenían yegua y dos vacas pero a mí me ponían con las vacas porque “eran más tranquilas para la niña” ;)..…las vacas tiraban del trillo durante hoooooras y hoooooras y yo allí sentada dando vueltas interminables sentada en mi banquetita de madera (que mi bisabuelo había fabricado)

Foto de archivo, hombre trillando con trillo tirado por burros, en mi caso, teníamos un trillo tirado por vacas y otro tirado por una yegua

Trillo en el que yo trillaba y que aún conservo, a la espera de restaurarlo, se pueden apreciar las piedras afiladas que trituraban el cereal.

Mi única misión era vigilar para que las vacas no se salieran de la trilla y estar atenta para que no hicieran sus necesidades en el trigo, para lo cual, tenía una lata, y cuando veía que los “animalitos” empezaban a hacer esfuerzos tenía que poner la lata debajo…..y ¡Ay de mi si no encestaban! ¡Allí estaba mi abuelo para, con un grito, sacarme de mi ensoñación y hacerme volver a la realidad y poner la lata en alto, persiguiendo lo que ya imagináis, para que no cayera al trigo!

Lo que más me gustaba del trabajo de la era era “emparvar”: Cuando el trigo ya estaba muy desmenuzado y muy trillado, se llamaba a todos los compañeros de las eras próximas, nos subíamos todos unos al lado de otros en un tronco enorme tirado por las vacas y con nuestro peso arrastraba la trilla hasta acumularla en un montón alargado donde luego se separaría la paja del trigo…..¡Ayyy que momento! ¡que viene a emparvar fulanito! ¡El mozo más guapo del pueblo! Todas nos peleábamos por ponernos a su lado y, con un poco de suerte, perder el equilibrio en el tronco y agarrarnos “descuidadamente” a él…:)

Imagen de archivo, Niños emparvando y arrastrando el trigo, ya triturado después de trillarlo, para juntarlo en un montón y posteriormente separar el grano de la paja

De mis amigas de Madrid era la única que pasaba esos veranos tan “rurales” con todas estas costumbres de las que muchos os sorprendéis, lo recuerdo todo con añoranza, porque veo que esos oficios se han dejado en el olvido, porque ahora valoro esas prácticas “sostenibles” que antes no sabía que lo eran pero que lo hacían porque era lo más sano y natural.

Mis padres aún vivieron una época mucho más rural que la mía y de ahí su tendencia a conservar estas costumbres pese a formar su familia en Madrid.

Mi padre, sastre de los de “toda la vida”, conservaba y conserva sus prendas durante años y años, las arreglaba, las transformaba, le daba la vuelta a puños y cuellos cuando estaban desgastados y aprovechaba cualquier resto de tela para hacer servilletas, paños de cocina, pañuelos…. ¡Allí no se tiraba nada!

Mi madre, como buena mujer de esa época, también sabía coser pero «más de andar por casa» (como decía ella) y lavaba estas prendas, hechas por mi padre, a mano con jabón natural que hacíamos en el pueblo, nos remendaba los calcetines en una bombilla y nos ponía “rodilleras” sacadas del resto de otro pantalón, ella conservaba las costumbres de su madre y las “amoldaba” a la vida moderna de la ciudad.

 

Y pese a toda la dureza que parece ir asociada a esa vida de pueblo, que sabiamente plasmaban series televisivas de la época (más allá de sus intenciones ideológicas), como «Crónicas de un pueblo» retransmitida en los años 70 en una de las dos únicas cadenas de TVE, si preguntas a tod@s l@s que la vivieron la añoran: ese contacto continuo con la naturaleza, ese ritmo de vida, ahora llamado «Slow».

Con todo esto no quiero nada más que dejar constancia de lo que hemos vivido, he convivido desde pequeña con sostenibilidad, con productos ecológicos y con prendas «upciclying» sin darme cuenta y sin saberlo, seguramente much@s de vosotr@s también…. ¿Por qué lo hemos abandonado? ¿Por qué hemos entrado en este bucle de consumo, de mala calidad, de inmediatez, de malos productos para el cuidado de nuestras prendas y que tanto dañan el medio ambiente?¿Qué nos ha pasado? ¿En que nos hemos convertido?

No quiero formar parte de esta vorágine que nos envuelve y que, poco a poco, está destruyendo nuestro planeta, nuestros recursos naturales, nuestras costumbres y nuestros oficios..…tenemos que reaccionar y ayudarnos a nosotros mismos, a nuestr@s hij@s, y a nuestr@s niet@s y a l@s hij@s de nuestr@s niet@s…..pero esto no se trata solo de dejarles a ell@s un buen planeta, sino de que les concienciemos desde pequeños y crezcan con la sostenibilidad, el respeto a las personas y el planeta por bandera. Es nuestra obligación, el mejor ejemplo para ell@s somos nosotr@s, según tratemos al mundo ell@s lo trataran…..

“Todos hablan de dejarle un mejor planeta a nuestros hijos, ¿Por qué nadie intenta dejar mejores hijos al planeta?»

Dedicado a mis abuelos (mis mejores maestros, que me enseñaron el amplio significado de SOSTENIBILIDAD)

¡Esta foto me encanta! Mis abuelos en una comida familiar hace 30 años (mi abuela, que jamás perdió el sentido del humor y esa rebeldía, dijo que, después de tantos años, quería probar un cigarro, y captamos el momento en una foto)

 

DALAL, «Moda con un corazón en la entretela y una historia que contar»